Llevamos a Europa a la sala de operaciones y la abrimos en canal. Metemos las manos en la herida y acercamos la luz a los grandes órganos enfermos.
Nadie, ni siquiera una mujer que ejerce de maga y es capaz de leer el porvenir en los poros de la lengua, puede descifrar cuál es la inevitable tragedia que anuncia Kira.
Tú mismo, en algún momento, has apretado los puños ante la injusticia y cargas sobre la espalda más peso del que se puede soportar.
La novela negra puede y debe romper algunos moldes: «Necesita dar un salto al vacío, y una extraña pirueta en el aire. El requisito es no tener ni vértigo ni miedo», dice David Llorente.