«Me llamo Nadie» será lo último que escuchen las víctimas de este asesino sin rostro antes de su último suspiro. Su misión, ejecutar a aquellos que han salido indemnes de sus culpas gracias a las grietas del sistema; pero quizás hay algo más.
La ola de crímenes tiene en jaque a la policía, y para detener a Nadie recurren a Severo Justo, el policía más condecorado y apegado al reglamento, con un pasado singular como sacerdote y que decide que este será el último caso que resuelva antes de suicidarse.
Para atrapar al asesino, Severo reúne un equipo heterogéneo que incluye a Dalia Fierro, una psiquiatra con cuatro doctorados y docenas de voces que discuten en su cabeza, una hacker octogenaria y un forense que habla con los muertos.
Pero el asesino se obsesiona con el pasado de Severo Justo y decide incluirlo en sus planes. Nadie está a salvo de Nadie.