Es un axioma del ajedrez que solo se pierde cuando el rey queda ahogado, cuando ya no tiene otra cosa que hacer, pero hay partidas que se alargan tanto como una vida, y en ese caso hay que olvidarse de perder y concentrarse en la esperanza.
Y a ella se aferran dos hombres: el sargento de los Mossos d'Esquadra Xavi Masip y el inspector jubilado del Cuerpo Nacional de Policía, Alejandro Arralongo, que sigue obsesionado en dar a caza a un asesino que actúa cada diez años y solo deja a su paso un rastro de cadáveres y muchas preguntas sin respuesta. Hay casos en que un policía hace de ellos algo personal, y para el inspector Arralongo, esta es mucho más que una simple investigación sin resolver. Intentar atrapar a este asesino significa afrontar sus propios demonios, sabiendo que estos pueden destruirle.
En este perverso juego de sangre y pistas, y en un tablero tan grande como Madrid y Barcelona, los dos investigadores tendrán que resistir las maniobras de un psicópata con una defensa heroica y sin rendirse jamás, sabiendo que al final hasta la más accesoria de las fichas puede resultar decisiva.
En el ajedrez, como en la vida, no hay una sola solución, porque no existe solamente un problema. Y, además, la simple lógica no basta. En cada detalle, en cada pieza puede estar la salvación y el castigo, y también su penitencia.