Santomera, Murcia. 19 de enero de 2002.
La Policía Judicial acude hasta el número 13 de la calle Montesinos. Dos niños, Francisco, de seis años, y Adrián, de cuatro, yacen muertos sobre la cama. Paqui, su madre, les cuenta que un ecuatoriano ha entrado en casa durante la madrugada y ha acabado con la vida de sus dos hijos, pero con las primeras pesquisas se despiertan las sospechas. Las incoherencias de su relato y las pruebas forenses pronto desmienten su coartada.
Donde más duela se adentra en la psique de Paquita, narrando todos los detalles del caso y desentrañando los oscuros motivos que la llevaron a cometer el parricidio. Celos enfermizos, inestabilidad emocional y un historial de consumo de alcohol y drogas tejen una red de circunstancias que culminan en la tragedia.
Un juicio mediático donde la fiscalía expuso las pruebas incriminatorias y los informes psiquiátricos que revelan la frialdad y la premeditación de Paquita, contra una defensa que intenta amparar su argumento en el arrebato pasional. Todo esfuerzo es en vano.
Paquita fue declarada culpable de asesinato y pasó dieciocho años entre rejas. A día de hoy goza de plena libertad.